18 El rey respondió a la mujer y dijo: «No me oculte nada de lo que
voy a preguntarte.» La mujer dijo: «Habla, oh rey, mi señor.»
19 Dijo el rey: «¿No anda contigo la mano de Joab en todo esto?»
Respondió la mujer: «Por tu vida, oh rey mi señor, que no se desvía ni a la
derecha ni a la izquierda nada de lo que el rey mi señor dice. Tu siervo Joab
me ha mandado y ha puesto en la boca de tu sierva todas estas palabras.
20 Para abordar con rodeos el tema hizo esto tu siervo Joab. Pero mi
señor es prudente como el Ángel de Dios y sabe todo cuanto sucede en la
tierra.»
21 Entonces el rey dijo a Joab: «Mira, he decidido el asunto. Anda y
haz que regrese el joven Absalón.»
22 Cayó Joab sobre su rostro en tierra y postrándose bendijo al rey.
Joab dijo: «Hoy ha conocido tu siervo que ha hallado gracia a tus ojos, oh
rey mi señor, pues ha cumplido el rey el deseo de su siervo.»
23 Levantóse Joab, fue a Guesur y llevó a Absalón a Jerusalén.
24 Pero el rey dijo: «Que se retire a su casa, pues no ha de ver
mi
rostro.» Y Absalón se retiró a su casa sin ver el rostro del rey.